14.9.09

Bribón



Comencé a leer un libro en el parque y hora de costumbre, después de tomar asiento debajo de un pino tome el libro y comencé a leer desde la mitad donde lo había dejado en mi visita anterior. No sé cuanto tiempo pasó, quizá abre dado vueltas unas siete u ocho paginas del libro cuando él se sentó frente a mí. Su semblante era algo extraño y denotaba algo de tristeza, trate de ignorarlo y seguí leyendo. – Yo, yo soy un bribón entre los sabios y un sabio entre los bribones.- Lo quedé mirando con algo extrañado y dudoso, la verdad, no sabía si dirigirle algunas palabras o simplemente ignorarlo. - ¿El profesor del deseo? ¿Lo leíste?- pregunte haciendo alusión al libro estaba leyendo. Quedó algo pensativo y guardo silencio. De pronto, una gota de tristeza se asomo a través de su rostro. – No, tuve un profesor del deseo hace tiempo y la verdad es que sufrí mucho.- No supe que decirle.- ¿Tienes un cigarro? – Me preguntó mientras yo pensaba en lo que me acababa de decir.- Eh, si claro… toma… - saqué mi cajetilla, la abrí y se la estiré para que sacara un cigarrillo, él estiro su mano y tomó dos de estos. Sacó fuego de su chaqueta y encendió uno después de guardar otro en al bolsillo, fumó hasta la mitad y después se levantó.- Por cierto, nunca he leído el libro, sólo leí la parte trasera.

9.9.09

Tu pecho por mi almohada.



En noches cuando no te tengo cerca, apoyo la cabeza en mi almohada y simulo que es tu pecho para así conciliar el sueño.

5.9.09

Under the rain


La noche parecía algo escalofriante; no me di cuenta de lo mojado que estaba hasta cuando pare gracias al semáforo. De mis zapatillas salían pequeñas burbujas de agua, estaba seguro de que pescaría un resfriado. Pero me daba igual, quería verlo y estaba algo atrasado, como es de costumbre.
Crucé Miraflores mientras corría por Huérfanos, me estaba esperando solo una cuadra más al norte, en la esquina en la cual se había hecho habitual nuestras citas. Cuando llegue a Santa Lucia gire hacia la izquierda y por fin pude divisarlo, estaba ahí bajo la lluvia y sin un paraguas, tanto o más mojado que yo. Pero al parecer a él también le daba igual el agua, es mas, nos agrada la lluvia, nos recuerda al día de nuestra primera cita, cuando sentados en la terraza del jardín japonés del cerro santa lucia, descansamos abrasados esperando que lloviese. Fue entonces cuando la lluvia comenzó a caer suave e intermitente, la que fue testigo de nuestro primer beso.
Ahora se supone que pasearíamos por esos mismos lugares, pero a mi me preocupaba su salud; y a él la mía. ¡Ha! ¡Que paradojal! Si es por eso mejor ni uno de los hubiese salido de casa, pero había pasado una semana sin verle y las llamadas ya me sabían a poco, quería verlo, abrazarlo y besarlo como aquella primera vez bajo la lluvia de principios de septiembre.
No demoré en llegar a su lado. – Llegas algo tarde.- dijo en tono de reclamo pero con una sonrisa en el rostro. –En verdad lo siento, es que el tráfico estaba asqueroso.- dije en tono de disculpas correspondiéndole la sonrisa.- No importa. Por lo menos… ¿vas a saludarme?- Se acercó a mi, él es tanto mas alto que yo, me abrazó y mi cara reposó un rato en su pecho. Alcé la vista y él me miraba… ¡Dios mío! ¡Que cara más bella!- el impulso fue irresistible, solo me apoyé en las punta de mis mojadas zapatillas para poder besarlo.