
Ahí estaba él, después de todo nunca se fue. Sólo fue una horrible pesadilla, una mala broma de mal gusto de mi propia mente cuando lo vi alejarse de mí y dejándome de rodillas llorando en la calle. Ah, que sueño más cruel aquel.
Pero aquí esta a mi lado vigilando mis sueños dejándome descansar en su pecho, ese pecho cuya melodía escucharía el resto de la vida hasta que cesara para siempre. Él, dormía profundamente como un niño en los brazos de su madre, al ver sus rostro recordé todo lo que habíamos vivido juntos, todos los obstáculos que tuvimos que pasar de la mano para poder ser felices y ahora que dormimos juntos en una cama gigantesca nos es imposible no ocupar tan si quiera la mitad de esta. Mientras le observaba recordé su rostro sonriendo, esa hermosa sonrisa que llenó de felicidad mi vida desde el primer momento en que la vi y que hasta el día de hoy me hace suspirar.
Y es que tanto lo amo que no imagino una vida sin él, siendo que viví largos 21 años si su compañía, ahora esta es algo de lo que no puedo prescindir. Ah, mi dulce ángel guardián de sueños sigue durmiendo mientras contemplo tu rostro, sigue durmiendo que mi vida estar para la tuya hasta el fin de los tiempos.