
Vistes de gala para venir a visitarme, la enorme sonrisa dibujada en tu rostro causa una leve simpatía en mí. No son necesarias las palabras para provocar en mi interior miles de movimientos sísmicos de gran escala, causando que mi garganta se seque y mi boca no pueda pronunciar palabra alguna.
¿Sabes cuántas noches pasé en vela esperando un llamado? Esas noches me abrazaba a la almohada y jugaba a imaginar que eras tú, que aquel suave saco de plumas era tu pecho y mi mente formaba casi de manera perfecta unos cálidos brazos que me rodeaban los hombros vigilando mis sueños.
Ahora te presentas como para ir a una gran fiesta en honor de un importante personaje, no sé si pensar que vienen a burlarte de mí, vestido de la forma que más me gusta o vienes a pedirme que te acompañe.
No sabría que decirte, de cierta forma te odio al causarme tanta incertidumbre al mantenerme en el constantes colapsos nerviosos debido a tus palabras que jamás entendí. Pero me fascinas locamente, a tal magnitud de querer correr a tu encuentro y abrazarte fuertemente y decirte en un suave y cercano susurro lo que siento por ti.
Pero no sé que pensar, no soy capaz de interpretar tus palabras por que lo significados que capto son dos polos en diferentes esquinas de una habitación llamada amor. Dos significados que sin ser antónimos se contradicen entre si.
Tan solo dame una clara señal de lo que quieres y déjame hacer el resto por ambos.